Coral nº 80 de Bach
DOS CAMINOS
En muchas páginas de la Biblia se habla de dos caminos, opciones o alternativas a elegir libremente por cada hombre: el camino del bien,
de la felicidad y de la vida y el camino del mal, de la perdición y de la muerte.
No es lo mismo ir hacia el norte que ir hacia el sur. Esta realidad es una encrucijada o dilema típica y propia solo del ser humano.
Nunc apuede haber una fijación, seguridad o determinación en ningún camino. No sirve poner el piloto automático. Como dice el poeta: “Se hace el camino al andar…” El que inicia el camino del bien puede torcer en cualquier momento y lo mismo el que anda por el
camino del mal. Es de sabios rectificar.
En el Salmo I se habla clara y elocuentemente de estos dos caminos distintos con respecto a la ley, a los frutos y a un juicio.
Dichoso el hombre que camina en la ley del Señor. Infeliz el hombre
impio y pecador que camina fuera de la ley o se burla de ella.
Caminos diferentes por sus frutos y resultados. Serán unos como
árboles plantados junto al rio, dan mucho fruto. Otros serán paja que
arrebata el viento, todo follaje y sin frutos.
Al final del camino Dios premiará el camino de los justos. Pero el
camino de los pecadores acaba mal y no resistirán el juicio. Nos confirma
la sabiduría popular: “El que mal anda mal acaba…”
En textos paralelos leemos en el profeta Jeremías que hay dos
caminos: el camino de la vida y el camino de la muerte.
Dice el libreo del Deuteronomio: “Pongo hoy delante de ti la vida o
la muerte, bendición o maldición. Si amas a Dios y sigues sus caminos y
guardas sus mandamientos vivirás tú y los tuyos y te multiplicarás. De lo
contrario morirás…”
Sobre esta andadura también nos recuerda el libro de los proverbios:
“La senda de los justos es como la luz del alba que va aumentando hasta
llegar al pleno día. El camino de los malos es como las tinieblas, no saben a
donde van ni donde han tropezado…”.
Finalmente Jesús —que es el camino— siguiendo el pensamiento
Bíblico nos enseña en su Evangelio: “Entrar por la puerta estrecha y angosta,
porque el camino que nos lleva la perdición es ancho y espacioso…”
Nos recuerda el refrán alemán sobre el final de los caminos: “Ende
gut, Alles gut” Si tiene un buen final, todo está bien.
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