lunes, 16 de diciembre de 2019

DECANOMIA - 127 . : VERDAD, BONDAD Y BELLEZA





                               Sterbelieder   de  Crüger





VERDAD, BONDAD Y BELLEZA

LA FILOSOFIA en su rama de metafísica u ontología al estudiar a los
seres siempre les ha predicado y atribuido unas propiedades intrínsecas
simplemente por el hecho de existir: verdad, bondad y belleza.

Todos los seres al poseer y proyectar su verdad, su bondad y su belleza ontológicas reflejan un barrunto y una sombra de las perfecciones infinitas de su Creador-Dios que es Suma Verdad, Suma Bondad y Suma Belleza.

En medio de todos los seres creados el que mejor vive, proyecta,
evidencia, intima y tiene conciencia de esas propiedades naturales a
todo ser es el hombre, único ser querido por si mismo al ser creado
a imagen de Dios.

Al hombre le gusta la verdad, es verdad y quiere que le traten con
verdad tal cual es —sin aumentarlo haciéndolo Dios ni
rebajarlo convirtiéndolo en bestia—. Todos los hombres
somos un compuesto de alma y cuerpo, de algo humano
y algo divino que no son partes paralelas o yuxtapuestas
sino que constituye un solo ser —una naturaleza humana
individualizada— el hombre tiene tirones y apetencias de angel y
también de animal.

El hombre es el mejor representante o plenipotenciario de la bondad
de Dios y puede llenar la tierra de bondad, de amor y de buen-hacer
y con sobreabundancia por encima de todos los seres por el hecho de
ser”, de “ser hombre” y de “ser hombre e hijo de Dios”; puede realizar la aventura del bien porque no le faltan ninguna clase de medios pues tiene a la Suma Bondad-Dios totalmente de su parte.

El hombre es lo más bello y hermoso de la creación. Dios al terminar
de crear y adornar la tierra puso al hombre y la mujer como reyes y
señores de toda la creación y al ver todo lo que había hecho firmó: “valde bonum…” muy bien. El hombre es una obra de arte —un pequeño adorno y armonía— que los filósofos llaman “microkosmos”. Para los griegos “kosmos” es adorno,
belleza, orden, pulcro, armonía.

Logicamente los hombres debían vivir en consonancia con la verdad, bondad y bellezas ontológicas como hacen todos los demás seres.

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