Ofertoire de Veinlig
EL VALOR DIVINO DEL TRABAJO
A finales del siglo XX están sucediendo cosas muy extrañas y curiosas
como por ejemplo: el paro. No es posible que el mundo pueda rodar al
margen de Dios. Dios ha prometido: “Yo estaré con vosotros hasta el final
del mundo…” Es decir está detrás y al fondo de la trayectoria y marcha de
la historia humana. Desde el paraiso hasta ahora los hombres
han tratado el trabajo como algo maldito y luchó contra
esta presunta maldición y al final logró derrotar y destruir a su enemigo: el trabajo. Necesitó para ello miles y miles de culturas, generaciones y años —para Dios nunca es tarde—.
Ahora en esta nueva época histórica —nueva precisamente por una novedosa concepción e idea sobre el trabajo— la vidasocial y pública ya no resiste que el hombre maltrate y desprecie más eltrabajo y estamos
tocando fondo, el trabajo languidece, enferma, muere y desaparece, desechado y repelido por los hombres. El trabajo ha muerto.
Pero el trabajo —por ser divino— entra en los sabios planes de Dios, es una “cosa molto buona” al decir de los italianos. Hemos llegado a una época histórica que ya no resiste la concepción e idea antigua del trabajo como maldición y chapucería. El trabajo está ahí porque es “un querer de
Dios” y siempre prevalece en contra del plan destructor del hombre. El
trabajo no tiene nada que cambiar, lo que tiene que cambiar 180 grados
y más es el hombre para intentar descubrir el rico, valioso, transcendente
y divino valor del trabajo.
El trabajo nunca fue una maldición, sino todo lo contrario una gran
bendición y regalo de Dios. En definitiva ¿Qué es el trabajo…? querer y plan de Dios con el que el hombre contribuye a la perfección terrena de la creación para gloria del creador y belleza del hombre que al mismo tiempo se perfecciona, se santifica e incluso se hace “más hombre”.
El trabajo es el estado natural del hombre, resultando el “paro” y la
“ociosidad” algo contra naturam.
El trabajo del hombre —radical y fundamentalmente— consiste en
“cultivar y guardar el jardín del Edén”, el paraiso, la tierra, no hay otra
razón seria ni válida así lo enseña la Biblia.
La nueva civilización y cultura del año 2000 estará montada y
apoyada sobre el trabajo considerado como lo que realmente es: una gran
bendición de Dios. El paro nos hace ya meditar y pensar en este cambio y
giro que hemos de dar al valor del trabajo humano como instrumento de
santificación. Las grandes líneas directrices y ejes con las que tenemos que
familiarizarnos a partir del siglo XXI se orquestan en estas coordenadas:
“Santificar el trabajo, santificarse en el trabajo y santificar a los demás
por medio del trabajo…” Es decir que además de ganar pesetas con
nuestro trabajo al mismo tiempo ganemos el Cielo.
La solución al paro jamás podrá estar en trabajar menos, sino más
y mejor con perfección y santidad.
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