Busslieder de J, S. Bach
DUEÑO Y SEÑOR DE LA VIDA
El hombre desde el paraiso siempre sintió la tentación de hacerse
“dueño y señor de la vida”. Es natural esta ansia de apropiación.
Existe también un “quinto mandamiento” que regula nuestro
comportamiento con respecto a nuestro prójimo —próximo— para
una pacífica y sana convivencia.
Este mandamiento no solo ordena “no matar”, sino también prohibe
las riñas, golpes, envidias, etc.; manda y regula un respecto y cuidado
exquisito por la vida humana, que es un don de Dios.
Solo Dios es el dueño y de señor de la vida. La historia nos cuenta
el original, triste y doloroso episodio de los hermanos Caín y Abel y a
este fatal comienzo de la marcha de la historia todavía no se le ha puesto
fin.
La vida humana es sagrada desde el primer instante de su concepción
—según la Biología, zoología y botánica—. Siempre mantiene la vida
relación con el Creador, origen y término de nuestra existencia.
El hombre —por mucha ansia y ambición— que sienta, no es más
que un administrador que debe cuidar la vida propia y la ajena.
El hombre tiene obligación de “amar y respetar y cuidar” su propio
cuerpo. A esto se opone el suicidio, la mutilación, la eutanasia, la gula,
la embriaguez, las drogas.
El hombre debe usar bien de los talentos tanto naturales como
sobrenaturales. La pereza siempre se opone a que los talentos
fructifiquen. Si grave e importante es cuidar el cuerpo que habrá que
decir del cuidado del alma o vida espiritual?.
Debe respetar también —por supuesto—, la vida ajena. Este derecho
está inculcado en el homicidio y el aborto, que son crímenes horrendos
contra Dios —Dueño de la vida— y contra el hombre.
El “quinto mandamiento” regula también una sana y santa
convivencia, por eso prohibe todo aquello que hace daño al prójimo:
odio, envidia, enemistad, discordias, riñas, venganzas, peleas, desear
mal a alguien, alegrarse del sufrimiento de los demás, insultar, etc.
Nos manda perdonar de corazón las injurias “no siete veces, sino
setenta veces siete”. Prohibe el escándalo que atenta contra el bien
espiritual del prójimo. Duras son las palabras del Evangelio para el que
comete el escándalo: “mejor es atarse una rueda de molino al cuello y
arrojarse al mar”.
Asi de claro y duro y sin paliativos por el altísimo precio y valor de
la vida humana y espiritual del hombre.
En contra del escándalo propone y regula toda clase de ayuda con
las obras de misericordia, para resolver y aliviar todas las necesidades
tanto materiales como espirituales.
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