Preludium de Bach
DULCE PRECEPTO
Es lógico que la segunda tabla del Decálogo comience con esta
cariñosa amonestación, conocida por 4º Mandamiento: “Honra a tu
padre y a tu madre para que vivas largos años en la tierra que Yavé,
tu Dios, te da”.
Se trata de un mandato y querer divino que nunca pasarán de moda
y que ninguna tradición humana contraria podrá anular.
Alguien después de un atento estudio y análisis lo ha llamado con el
acertado nombre de “dulce precepto”.
Nos recuerda la obligación de honrar a los que nos han dado la vida
y que le devolvamos amor, respeto, obediencia, afecto reverencia,
gratitud, veneración y agradecimiento.
El quebrantar este precepto también es una de las causas
que producen tantos males en nuestra sociedad, mientras
tenemos tiempo y ocasión debemos gozar en su cumplimiento
pues todos sabemos que en esta tierra siempre se es más tiempo
hijo que padre y la rebeldía contra los padres conlleva la
rebeldía contra Dios.
Durante todas las generaciones los padres han visto las cosas, la vida,
los problemas con distinta óptica que sus hijos, siempre ha habido y hay
divergencias, ningún hijo jamás ha elegido a sus padres, no hagamos
traumas por lo tanto, no creerse incomprendidos, que tienen defectos los
padres, también los hijos, no hay tal escandalosa novedad. Si maltratamos
o despreciamos a nuestros padres, tener por seguro que nosotros seremos
doblemente maltratados por nuestros hijos.
Quizás no esté en nuestras manos el hacerles todo el bien, pero sí
que podemos evitarles muchos males y sinsabores.
El diablo nos estimula y excitar el fervor y las ganas de quererlos con
detalle y exquisitez cuando ya no los tenemos.
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