martes, 17 de diciembre de 2019

DECANOMIA - 146 .: LA GRAN PROMESA




                        Aleluia - corale  antica  -  de Stephani




LA GRAN PROMESA

La más grande de las promesas no puede ser otra que el “Cielo”.

Dios ha inventado todas las cosas tan variadas para nuestro servicio y
nuestro uso, pero tenemos que usarlas como —medios e instrumentos— que no nos estorben para llegar al Cielo. Los bienes y las cosas no son fines. Por eso siempre rezamos y pedimos que el uso de los bienes terrenos no nos impidan conseguir los bienes celestiales. Hay que estar atentos y saber usarlos.

El Cielo está ahí prometido, pero antes conviene sufrir un poco o un mucho.

El Cielo hay que merecerlo y ganarlo. Antes del premio siempre
está la prueba.

Al Cielo siempre se llega por el camino de la cruz. Del Cielo es más
fácil enumerar los males y daños de que habremos de carecer, que los
bienes y placeres que hemos de gozar. Por eso el Cielo también nos
viene grande. Empieza a soñar y quedarás corto.

Regnum coelorum vim patitur…” El reino de los Cielos ofrece
resistencia, no es para los cobardes sino para los valientes.

La alegría, el amor y el gozo del Cielo serán más grandes que los
habios en cualesquiera circunstancias de la tierra y más. En el Cielo habrá
más sabores que gustos en el mundo entero.

El buen ladrón ha robado el Cielo, todos los demás tenemos que
ganarlo día a día con nuestras buenas obras y méritos.

Todos estamos llamados al “Gran espectáculo eterno”: el Cielo.
Tenemos entrada?.

Es bueno tener ganas, ambición y esperanza en el premio y poner
los medios.

Dios pone delante de los hombres: el bien, la vida, el Cielo y
también el mal, la muerte, el infierno. Es tiempo de escoger, es tiempo
de opción, es tiempo de elegir.

La gloria que está preparada repercute ya en el presente. Nuestra
vida es como los primeros compases y notas de una gran tocata,
sonata y sinfonía que es el Cielo.

Mientras somos peregrinos no conviene olvidar el punto de destino.
Hemos de bajar en la estación-muerte y luego subir en la estación-
Cielo.

La gloria y el Cielo no tienen límites, ni fondo ni riberas. El Cielo es,
según definición de los teólogos: “Plenitudo omnium bonorum…” es la
plenitud, la posesión y el gozo de todos los bienes que aquieta y satisface
plenamente todos los deseos y aspiraciones del hombre.

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