Marcha religiosa de L. Bottazzo
ALEGRIA Y FELICIDAD
Trás estas dos palabras —como banderas— alegría y felicidad se
apuntan y corren todos los hombres desde que el mundo es mundo.
Ahí están los saludos y despedidas en todos los idiomas y lugares.
Buenos días, buenas tardes, buenas noches, adiós. Todas estas expresiones
llevan carga y todas las ganas y deseos de felicidad y alegría. Lo
mismo:“Felicidades, feliz cumpleaños, feliz onomástica”. Estas formas,
ansias, deseos y metas de alegría, felicidad, paz, gozo forman parte
constituyente de todo ser humano.
El hombre al final y después de todos los trabajos e intentos lo único
que encuentra es tristeza y soledad. Alegría y felicidad es lo que más se
busca y menos se encuentra.
Lo mismo nos recuerda el reloj del Foro Romano con aquella
inscripción: “Horas non número nisi serenas”.
Esta inquietud y deseo innato en toda alma humana fué puesta por
Dios y nadie ni nada va a colmar, llenar y satisfacer esas ansias a no ser
solo Dios. Imposible y falsa toda alegría y felicidad sin Dios.
Dios nunca falla y sigue queriendo la alegría y la felicidad para
los hombres, pero estos la buscan donde no está. Decía San Agustín:
“Yo siempre la buscaba lejos y fuera de mí y todo estaba cerca y dentro de
mí…”
Dios también nos indica el camino. Dichosos, felices y alegres cuando
seais limpios de corazón, dichosos los pobres, los que ahora llorais, cuando
os persigan y calumnien por mi causa, cuando vais por el camino o
vía crucis vuestra alegría tiene raices en forma de cruz y nadie ni
nada os la podrá quitar.
Dios sabe mas. Por lo tanto no está en el tener o poseer, ni en la
salud ni el dinero, ni en la seguridad ni en el poder, ni en el saber, ni en
la riqueza ni en la pobreza, está por encima del dolor, de la enfermedad
y de toda las dificultades.
Aunque parezca mentira y sea una locura y necedad y ague un
poco la fiesta podemos afirmar cuanto más cruz más seguridad, más
certeza, más fortaleza, más alegría, más felicidad, más resurrección y
más gloria.