Minueto de Haydn
MARTIRES
“Mártir” es una palabra griega que significa testigo, testimonio; se conoce como “mártir” todo el que muere por Cristo defendiendo su doctrina.
Siempre hubo, siempre hay y siempre habrá persecuciones contra Cristo y sus seguidores garantizando así la actual existencia del
“martirio” “…” No es el siervo mayor que su Señor. Si me persiguieron a Mi, también os perseguirán a vosotros (Jn. 15,20).
Se conoce en la historia como época de las persecuciones las protagonizadas por los emperadores romanos: Nerón, Domiciano, Trajano, Marco Aurelio, Septimio Severo, Decio, Diocleciano, que
empaparon y regaron el suelo romano con la sangre de los cristianos, sangre que resultó ser “novum semen christianorum… una nueva semilla, grano o simiente que hizo brotar a lo largo de los siglos nuevas plantaciones —neófitos—, nuevas razas, nuevos vástagos, una “multitudo ingens ac nova” una multitud enorme y nueva de cristianos, testigos, “mártires”.
Oficialmente cesaron estas cruentas persecuciones y se le concedió la paz a los cristianos en el año 313 con el famoso Edicto de Milán firmado por el Emperador Constantino el Grande.
Los cristianos se reunían junto a las tumbas de los mártires considerando su muerte como un triunfo y una victoria sobre sus enemigos de la fe, convirtiendo las catacumbas —cavidades subterráneas— en lugares de culto.
Los sarcófagos de los mártires son unos restos o monumentos arquitectónicos en donde se puede estudiar el arte, el lenguaje y la simbología cristiana y paleocristiana.
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