Leyenda del beso de Soutullo y Vert (Ein Teil)
EL MUNDO DEL TRABAJO
En el juego de la vida el hombre ante las cosas debe mantener una razonable actitud, si no quiere que las cosas le dominen a él.
Dentro de la jerarquía de valores y de las cosas, por encima de todas las cosas que están al servicio de los hombres y que necesitamos para vivir, hay bienes más importantes como el amor a Dios y al prójimo.
Con respecto a los demás, no se trata solo de no robar, sino que también hay que compartir y ser generosos.
El hombre ante el riesgo de las cosas se debe preguntar ¿Estamos
pegados a las cosas, pocas o muchas? ¿Somos egoistas? ¿Respetamos
y cuidamos las cosas de los otros? ¿Nos apoderamos de lo que no es
nuestro?
Para elevar el nivel de vida de la gran familia que es un país o nación,
es necesario que haya una prosperidad económica y para que haya prosperidad económica es necesario que el trabajo rinda. Todos tenemos parte y arte en la crisis económica. Todos ganamos con la prosperidad y bienestar económicos —aunque sean migajas—, pero también en las crisis económicas todos salimos perdiendo y generalmente mucho.
Aumentar la producción y repartir justamente los beneficios son los
dos factores determinantes del bienestar económico social.
Por otra parte nunca se gana lo suficiente, siempre hay ansias de ganar
más y más. El dinero viene con trabajo y se va solo. Es verdad que es malo
que el hombre no gane lo suficiente para vivir dignamente, pero todavía es
peor que el hombre se gaste en vicios, desenfrenos, diversiones, caprichos,
superfluidades lo que realmente necesita. Decía un paisano que visitaba
por primera vez una gran ciudad al contemplar los grandes emporios:
“Cuantas cosas que no no necesito…” Hoy nuestro tiempo se caracteriza
y se define por el “siglo del consumismo y de las superfluidades”. Para las
diversiones todo parece poco, es como un saco roto y sin fondo. Esforzarse
para ganar lo necesario para una vida digna y una diversión decorosa es
bueno y justo, pero suena un poco a “jauja” el exigir, ganar y protestar
para derrochar.
Finalmente no debemos olvidar que la avaricia hace daño tanto a los
de arriba como a los de abajo y los bienes de este mundo no son fines
sino medios.
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