martes, 17 de diciembre de 2019

DECANOMIA - 150 .: SIGLOS DE INCREDULIDAD



                                  Rex  Regum - himno -




SIGLOS DE LA INCREDULIDAD

Después del concilio de Trento además de los buenos frutos empiezan
a surgir nuevos brotes de esceptecismo, gnosticismo, filosofismo y liberalismo como réplica a renovación y reforma en la fe católica.

En Francia aparecen los libertinos que defendían a ultranza el libertinaje e independencia total en materia de religión y revindicaban el derecho a la incredulidad. Sus corifeos, el filósofo
epicúreo Gassendi, discípulo de Moliere, Bernier y Bayle autor del
Diccionario histótico crítico” donde recogía todas las objecciones
contra la religión y contra la Iglesia. Estos libre-pensadores buscaban
todas las armas en la ciencia, en el dogma, y en la historia para
atacar a la Iglesia.

Todos estos y otros se aunaron para publicar la “Enciclopedia” en el
año 1751. Montesquieu, Voltaire, Rousseau, Concillac, Diderot éste
dirigió la obra y se declaró abiertamente ateo y sostenía que Dios no
existe. D’Alembert autor del prólogo en donde se burla de la edad
media cristiana.

El objetivo de esta obra era sustituir el culto tradicional cristiano por
el culto y la devoción a la diosa razón y al materialismo.

Voltaire ridiculiza al clero y los creyentes, atacaba todos los dogmas,
la Biblia y los evangelios.

La lista sigue con Juan Jacobo Rousseau otro acérrimo demoledor
de todas las bellezas, instituciones y doctrinas cristianas.

En Alemania también proliferaron los librepensadores como  Lessing que coloca a las tres religiones israelita, cristiana y musulmana en el mismo terreno como tres anillos iguales pero de distinto metal.

El baúl o compendio de todos los errores y falsas doctrinas y
ataques a la Iglesia lo realizó un librero Nicolai en su “Biblioteca general
alemana”.

En Inglaterra todas las fuerzas malignas y anticatólicas —deistas,
naturalistas, materialistas y librepensadores— se agruparon en torno
a la masonería del francés “maçón” que es albañil.

Masonería —albañiles franceses— que se fueron extendiendo por
todas las naciones.

En ciertas ocasiones, todas las fuerzas de la incredulidad, van más
lejos y así Alemania, Suiza, Francia y otros estados protestantes declaran
la guerra contra la iglesia católica —Kulturkampf— pero como siempre
saldrá victoriosa de estos zarpazos anticatólicos y anticristianos para
poder cumplir su misión.

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